El pasado jueves Buenos Aires pareció (sólo eso, pareció) desierta, principalmente en el centro de la ciudad. Pocos autos, poca gente por la calle, mucho sol, pero no sofocante. Las noticias estaban a la órden del día en cuanto a los diferentes cortes de ruta/puentes/calles que desde la mañana hasta la tarde realizaban los piqueteros (grupos organizados de personas con necesidades básicas insatisfechas cuya principal característica es manifestar pidiendo cobertura social y subsidios al estado cortando rutas y que se autoidentifcan como "piqueteros" es decir, ser piquetero es toda una condición/posición/clase social, hoy en Argentina). Sin embargo, ese aspecto "desierto" no fue causado por los piqueteros, no.
Los piqueteros perdieron toda la legitimidad social que habían construido. La gente comprende y cree legítimo el reclamo, pero no legitima ni tolera el accionar piquetero. Decía, la ciudad parecía desierta por obra y gracia de la magia. Si, magia. Porque lo que no dijeron los medios de prensa y pasó desapercibido por el común de la gente fue que el jueves tuvo lugar el "VII Congreso Latinoamericano de Magia". El observador atento (y yo trato de serlo) podía ver decenas y decenas de magos caminar por la calle Corrientes y alrededores. Magos de todas partes de América Latina estaban reunidos en su congreso.
Esta vez no hicieron salir conejos de la galera, sino que hicieron parecer "desierta" a la ciudad de Buenos Aires, quizás para demostrar que la magia existe y es más efectiva que los cortes de ruta.
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