Fuente: http://eltiempo.terra.com.co/opinion/reda/2005-03-27/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2019159.html
Marzo 27 de 2005
EDITORIAL
Del Chocó al Chicó
Con la aprobación del documento Conpes que fija las metas nacionales y las fuentes de financiación para que Colombia cumpla con los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas para reducir la pobreza y mejorar los índices del desarrollo para el año 2015, el país ha dado un paso trascendental: tener objetivos precisos y mensurables. La tarea ahora es cumplirlos.
Los compromisos globales, acordados por 189 países en Monterrey (México) en el 2000, son reducir a la mitad la pobreza extrema y el porcentaje de personas que padecen hambre; garantizar la educación primaria universal; eliminar la disparidad de género en la educación; disminuir en dos tercios la mortalidad infantil; bajar en tres cuartos la mortalidad materna; detener y reducir la expansión del VIH/sida, el dengue y la malaria; incorporar políticas de desarrollo sostenible, elevar el acceso a agua y saneamiento básico y reducir el número de personas que viven en tugurios; afianzar criterios para una 'sociedad mundial del desarrollo'. Hay, en cada país, 18 metas concretas, medibles a través de 48 indicadores. Suponen el compromiso de las naciones ricas de duplicar su ayuda al desarrollo.
'Metas y estrategias de Colombia para el logro de los objetivos de desarrollo del milenio-2015', título del documento del Departamento de Planeación Nacional hecho público esta semana, fija los compromisos de Colombia. Que se traza como propósito disminuir la pobreza del índice oficial, hoy de 51,8 por ciento, a 28,5 por ciento; la pobreza extrema, de 16,6 a 8,8 por ciento, y de 13 a 7,5 por ciento la proporción de la población que sufre algún tipo de desnutrición. Lograr que cursen primaria completa 1,2 millones de niños que hoy están por fuera del sistema escolar, y bajar drásticamente las elevadas tasas de deserción. Hacer visible la violencia familiar contra la mujer, a través de un sistema de seguimiento serio y confiable. Reducir la mortalidad de menores de 5 años de 28,2 a 17 por cada 1.000 nacidos vivos. Bajar la mortalidad materna de 99 a 45 por cada 100 mil nacidos vivos y elevar el uso de métodos modernos de anticoncepción en mujeres adolescentes de 46,7 a 65 por ciento. Mantener la prevalencia del VIH/sida por debajo de 1,2 por ciento y aumentar la cobertura de terapia antirretroviral del actual 52,3 a 82,3 por ciento; reducir las muertes por malaria de 158 casos al año a 34, y por dengue, de 155 a 46. Reforestar 30 mil hectáreas al año y disminuir a cero la emisión de clorofluorocarbonados; atender a más de 10 millones de personas con redes de alcantarillado y acueducto y reducir de 16 a 4 por ciento los hogares que viven en tugurios.
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Planeación calcula que alcanzar esas metas en la próxima década costará casi 94 billones de pesos. Sobre el supuesto de un crecimiento de 4 por ciento en el 2005 y el 2006, y de 6 por ciento a partir del 2007.
Algunas de las metas nacionales, lo mismo que los Objetivos del Milenio, son criticables por lo mínimas. Para cumplirlas, Colombia está en un nivel intermedio en América Latina (en áreas como la proporción de mujeres en el sistema educativo lleva ventaja). Pese a la dramática crisis de 1999-2001, para Planeación una buena parte es factible.
El punto crítico es la reducción de la pobreza. Colombia, junto con Venezuela y Argentina, ha retrocedido. De acuerdo con la Cepal, con un crecimiento igual a la media de los mejores cinco años de la década de los 90, solo nueve países lograrían las metas para reducir la pobreza. Colombia es el último, y está en el límite. Según la entidad, reducir en 5 por ciento el coeficiente Gini (que mide la desigualdad de ingresos) aseguraría el objetivo.
El nombre del reto nacional es la desigualdad. Más exactamente, la triple inequidad que arrastra el país y que puede hacer que el cumplimiento de los Objetivos del Milenio sea formal o incompleto: las diferencias de ingresos, las diferencias entre el campo y la ciudad y las diferencias entre departamentos.
Colombia está en el puesto 73 de desarrollo humano en el mundo. Mientras Bogotá tiene un nivel similar al de Hungría, en el puesto 38, el Chocó tiene el de Kenia, en el puesto 148. La deserción en primaria es de 28,4 por ciento en las ciudades, pero de 50,7 en el campo. La tasa de analfabetismo del decil más pobre es similar a la del Congo, en tanto que la del decil más rico es como la de Italia. En tanto que en Guainía la tasa de mortalidad materna bordea los 450 por 100 mil nacidos vivos, hay cuatro departamentos que están por debajo de 45, la meta del 2015. Igual sucede con la mortalidad infantil: las tasas de Bolívar y Cauca son casi el doble de las de Cundinamarca.
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Ese es el principal desafío que el país tiene para cumplir con los Objetivos del Milenio. Los índices de desigualdad colombianos están entre los peores de América Latina y reducirlos es imperioso. Para ello, además de políticas específicamente dirigidas a lograrlo y de poner énfasis en las regiones y sectores más atrasados, es necesario un sistema que monitoree el cumplimiento de las metas por estratos y departamentos, por municipios e, incluso, cabeceras y veredas.
Ello implicará liberar cuantiosos recursos, que están capturados por la corrupción, y mejorar considerablemente el sistema de tributación, lo mismo que la distribución de esos ingresos. Para cumplir de verdad con las metas del milenio en el 2015, Colombia debe proponerse reducir el insostenible abismo que separa al Chocó del Chicó.
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