El martes pasado asistí con Cristian a la charla del Rabino Sergio Bergman denominada "Los jóvenes y su responsabilidad social y ciudadana" que tuvo lugar en la Universidad Católica Argentina.
Tenía cierto prejuicio para con Bergman porque lo conocí al lado de Blumberg, pero tengo que decir que el rabino me pareció un tipo muy "mente abierta", inteligente y por sobre todas las cosas muy inspirador (hacía muchos, pero muuuchos años que alguien no me llegaba tanto y no me hacía sentir tanta "comunión de ideales y pensamiento").
La exposición giró en torno a desarrollar algunas ideas que Bergman plantea en su libro "Manifiesto cívico argentino" que "apela a despertar el espíritu de cada argentino para recuperar al ciudadano que duerme detrás de la fachada del habitante".
A continuación transcribo algunos fragmentos de su charla (¡que concluyó con la frase: "los espero en el blog"!)
Quien lo desee, me pide el audio completo en los comentarios.
Los problemas de Argentina:
"Pretendo que tomemos una posición de reflexión que conduzca a la acción. Tenemos que pasar a alguna acción que nos permita tener la sensación de que nuestra contribución es relevante. Eso no tiene que ver con arreglar la Argentina como país; tiene que ver con la dimensión por la cual uno hace los arreglos de la parte de argentina que uno es. Se trata de analizar cómo llevar la dimensión del gran problema a la parte del problema para el que tengo solución."
La necesidad de la conversación:
"Es necesario que se establezca una conversación. Los argentinos tenemos dificultades para conversar."
"La conversación está al nivel de la conciencia. La calidad de la conversación indica la calidad del vínculo: el otro se eleva a la dimensión de un tú, donde no es más un ello, no es una cosa, es alguien en el cual puedo encontrar no sólo diferencias de opiniones, sino que ese tú que me refleja a "El Otro", que quienes creemos, decimos que es Dios. Si el diálogo es verdadero, ahí se manifiesta lo divino que hay en el otro y eso es una revelación."
Revelación versus rebelión:
"La idea de la revelación es diferente de Rebelión. Los argentinos siempre tenemos posición de rebelarnos -de innata oposición- cuando en realidad el cambio sociocultural que necesitamos es pasar de la rebelión a la revelación."
"El otro no es un obstáculo a quien tengo que convencer, sino que es alguien que me muestra una realidad distinta de la mía que me enriquece. Si lo integro, en vez de perder, gano. Yo gano si tengo posibilidad de integrar al otro en su diferencia, manteniendo su contribución original y única."
Lo profético:
"La revelación es una apelación, tiene que ver con el mensaje de lo profético. Al profeta le pasa que no le dan lugar, no lo quieren, no lo escucha, se le oponen... pero el profeta logra efectos en el tiempo."
"Lo profético no se trata de descubrimientos revolucionarios, sino que son las cosas del sentido común, pero que sólo el profeta dice. Marca la brújula. La función de lo profético no tiene que ver con inventar el mapa, sino es volver a sacar la brújula para no perdernos en el mapa que tenemos. El profeta dice "¡atención!, nos estamos saliendo del mapa, estamos rompiendo los pactos!"
"El profeta es intransigente en los pactos, en las alianzas. Otros dicen todo es negociable, todo es relativo. El profeta dice "hay que fortalecer el espíritu". El profeta tiene que bancárselo: va a contramano y no es simpático."
El espíritu y la ciudadanía:
"El espíritu es la fidelidad a la dimensión trascendente. Es un tema de fe; no una fe ciega de axioma y dogma que no tiene capacidad de interlocusión, sino que es una dimensión amorosa que entiende que la humanidad es esto que somos, con todo lo bueno y malo de lo humano."
"Somos habitantes. La pregunta es cómo pasamos a ser ciudadanos. La variable es lo espiritual."
"A los 18 años nos convertimos en ciudadanos formales electorales que tiran votos en una urna eligiendo a lo menos peor en función de un marketing político donde uno es un consumidor. Cuando uno es consumidor, uno consume su estatus de consumidor al consumir y adquirir un insumo. Se consume a sí mismo en el acto de tomar el insumo. Después pasa a ser potencial consumidor de otra cosa. En el concepto de consumidor, no hay satisfacción posible, esa es la esencia del consumidor. "
"Durante 10 años construimos el becerro de oro bajo el paradigma de 1 peso igual a 1 dólar".
"A esa parte formal le falta la parte espiritual: sostener todos los días el pacto de ser ciudadano. Eso requiere disposición espiritual (la energía que llevamos dentro y que nos hace humanos; algo distinto a religión y religiosidad)."
Los valores y las virtudes:
"Nadie va a discutir los valores, generalmente estamos todos de acuerdo y están bastante claros. El problema es la traducción de los valores en virtudes: cómo la persona encarna en su acción cotidiana ese bien del valor que proclama."
"El problema no es el bien, sino cómo somos buenos. Cómo uno hace virtudes, acciones que encarnen el compromiso con lo cívico, más allá de las buenas intenciones. Se trata de transformar a la sociedad en una "común unidad"
La juventud
"Las grandes transformaciones comienzan en las conversaciones. Por ello, en nuestras conversaciones no podemos vaciar de utopía a la juventud, transmitiéndoles nuestras propias frustraciones".
"Cuando los jóvenes escuchan: "no va a andar", "está todo podrido, corrupto", "este país no tiene futuro", ellos dicen: "está todo mal y no va a funcionar" y abandonan la utopía antes de empezar."
"Los frustramos, generando jóvenes-viejos, agotados espiritualmente que se autorecluyen en comunidades de pares orientadas al consumo, el insumo y la fuga donde se reúnen de modo reactivo a lo que nosotros los adultos les enseñamos. Los vamos llevando nosotros diciendoles "no hay otra alternativa que la fuga".
La participación:
"No participar es una contradicción respecto a la esencia del espíritu. La movilización es un imperativo ético, no una estrategia electoral."
"En caso de que ningún partido te guste, tenés que crear uno nuevo. Si no hay un instrumento, hay que crearlo."
"No hay nada más peligroso que no participar, no involucrarse."
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